Un disco en vivo que sirve para captar el crecimiento y la madurez de Ely Guerra, quien sí supo captar mucho de lo que ha sido su ascendente carrera en la música y lo plasmó en una tanda de rolas en que hace que sus seguidores comprueben que el sacrificio por la música y la dedicación tienen sus mejores resultados sobre el escenario.
La voz e imagen que tiene es de respeto y los músicos en que se arropa aún más. Con Hernán Hecht (batería), Ezequiel Jaime (bajo), Nicolás Santella (teclado) y Demián Gálvez (guitarra) no podría ser de otra manera y el Teatro Metropólitan quedó como testimonio de su encuentro con los fans, para entre notas alegres, melancólicas, potentes y uno que otro grito y desafinada que se le perdona (le ganó la pasión, podría decir más de uno) plasmara muchas de sus canciones, que sin tanto aspaviento conforman el mejor imaginario selecto de su carrera que peca de ser discreta y honesta.
“Te amo, i love you”, “Puerto Vallarta”, “De la calle”, “Más bonita”, “Para ti”, “Tengo frío”, “Ojos claros labios rosas”, “Quiéreme mucho”, “Ángel del amor”, son sólo algunas de las rolas que deslumbran y despejan la incógnita de que las bonitas como ella también son cabronas, a expresión de ella misma.
Así que Ely Guerra -que por patadas naciera en Monterrey, y donde tras muchos años por fin se presentara en su ciudad este año, la que ama y lleva en su corazón (es primorosa la mujer)- procesó muchas de sus canciones, para que el recetario no dejara ningún ingrediente fuera, hasta la pimienta se sienten con dulzura y calidez en ese recinto del Distrito Federal.
Sin duda una cantante que empezó con el pop, se volvió alternativa, después buena compositora y ahora alguien que sabe ponerse viva, por eso de que no le coman el mandado, pero qué bueno que está muy lejos de Julieta Venegas. ¿Para qué la quiere cerca? Así está mejor.
La voz e imagen que tiene es de respeto y los músicos en que se arropa aún más. Con Hernán Hecht (batería), Ezequiel Jaime (bajo), Nicolás Santella (teclado) y Demián Gálvez (guitarra) no podría ser de otra manera y el Teatro Metropólitan quedó como testimonio de su encuentro con los fans, para entre notas alegres, melancólicas, potentes y uno que otro grito y desafinada que se le perdona (le ganó la pasión, podría decir más de uno) plasmara muchas de sus canciones, que sin tanto aspaviento conforman el mejor imaginario selecto de su carrera que peca de ser discreta y honesta.
“Te amo, i love you”, “Puerto Vallarta”, “De la calle”, “Más bonita”, “Para ti”, “Tengo frío”, “Ojos claros labios rosas”, “Quiéreme mucho”, “Ángel del amor”, son sólo algunas de las rolas que deslumbran y despejan la incógnita de que las bonitas como ella también son cabronas, a expresión de ella misma.
Así que Ely Guerra -que por patadas naciera en Monterrey, y donde tras muchos años por fin se presentara en su ciudad este año, la que ama y lleva en su corazón (es primorosa la mujer)- procesó muchas de sus canciones, para que el recetario no dejara ningún ingrediente fuera, hasta la pimienta se sienten con dulzura y calidez en ese recinto del Distrito Federal.
Sin duda una cantante que empezó con el pop, se volvió alternativa, después buena compositora y ahora alguien que sabe ponerse viva, por eso de que no le coman el mandado, pero qué bueno que está muy lejos de Julieta Venegas. ¿Para qué la quiere cerca? Así está mejor.